El Barranco de la Valltorta es un paraje del Maestrazgo situado entre las localidades de Tírig, Albocácer y Cuevas de Vinromá, en la provincia de Castellón, en el que se concentran importantes valores culturales y ecológicos.
Hace miles de años sus habitantes, los creadores del Arte Rupestre Levantino, pintaron en sus cuevas y abrigos escenas de la vida cotidiana y de sus mitologías. Contemplándolas no podemos componer aspectos de la vida de unas sociedades que vivieron en un paisaje apenas degradado. Su transformación se aceleró con la sobrexplotación de la madera de los bosques, la apertura de claros para favorecer el nacimiento de pastos y la roturación de tierras para la agricultura. Hoy los elementos distintivos de la Valltorta son sus pinturas rupestres levantinas, la arquitectura rural en piedra seca, un variado entorno biológico y su museo. Un museo que actúa como centro de acogida del visitante, proporcionándole información sobre los aspectos más interesantes de la Valltorta.
La visita al Barranco de la Valltorta posee un doble interés. En primer lugar, la contemplación de las pinturas es un reflejo de las preocupaciones «religiosas» y de los modos de vida de unos hombres que empezaron a pintar en las paredes de sus abrigos hace unos 7.000 años. Por otra parte, al acercarnos a un paisaje humanizado, modelado por los sistemas tradicionales de explotación agrícola y ganadera de los que se conservan interesantes vestigios arquitectónicos, como barracas, cenias y azagadores. A pesar de la influencia del hombre sobre este paisaje, la Valltorta es un ecosistema con una variada vegetación y con especies como el águila perdicera (Aquila fasciata) o la cabra montés (Capra pyrenaica).
En la Cueva de los Caballos se hallan las pinturas rupestres datadas hacia el 7.000 a. C. Se trata de un mural pintado sobre la roca de la cueva, en el que aparece una escena figurativa de caza. Según los análisis realizados, es posible que se utilizara óxido de hierro o manganeso como pigmento, que sería mezclado con grasa animal o tal vez con resinas vegetales a modo de aglutinante. El resultado sería un pigmento pastoso parecido al óleo. Su aplicación se realizaría bien utilizando los dedos, o lo que parece más probable, con rudimentarios pinceles realizados con cerdas de animales, con los que sería posible elaborar los finos trazos de las extremidades tanto de animales como de hombres.
Los expertos han enmarcado esta pintura dentro del estilo conocido como «Pintura Levantina» y que se desarrolló entre el 9000 y el 4000 a. C. en la época conocida como Mesolítico. Según los diversos autores, estas pinturas carecen de un significado mágico o religioso como sí tuvieron las Pinturas Cantábricas, más bien parecen escenas de la vida cotidiana, aunque sí parece que hubo una intención de constancia o trascendencia a generaciones futuras y es posible que los abrigos en los que se encuentran fueran lugares sagrados, donde se practicaran rituales religiosos durante años. Entre las pinturas encontradas existen infinidad de escenas que carecen de conexión, pueden tratarse de danzas rituales como en Cogull (Lleida), recolección de frutas como en Bicorp (Valencia) o esta misma.